Alimentación infantil - "El nene no come"
"El nene no come", suele ser una de
las consultas más comunes en los consultorios de los pediatras.
Este es un
problema que casi siempre responde más a malos hábitos alimenticios que a
reales trastornos físicos.
Muchas veces
el problema radica en la carencia de alimentos adecuados, una excesiva cantidad
de harinas y féculas y pobreza en la ingesta de carnes y frutas.
Otros inconvenientes
se vinculan con la ausencia de la madre durante todo el día por razones de
trabajo y la "compensación" con golosinas, comida de autoservicios
y de casa de comidas rápidas y muchas gaseosas, cosas que en adecuada cantidad
no dañan pero en exceso quitan el apetito y el aporte de los nutrientes necesarios
para crecer saludablemente.
Finalmente
la obsesión por las dietas ("no quiero que mi hijo sea obeso") la
penetración de algunos estereotipos publicitarios y cierta permisividad ocasionan
también trastornos que pueden evitarse.
Calidad y Cantidad
Lo mejor para
un niño es el afecto la estimulación y los buenos ejemplos, el amor bien entendido
es el que se manifiesta con el cariño, la contención, el control y por supuesto
con la elaboración de comidas simples ricas y nutritivas.
El estímulo
para que al margen de la escuela desarrolle actividades deportivas al aire
libre, tan importantes como los juegos, la socialización y el ejemplo que
continuamente le dan los padres y que es el que verdaderamente educa día a
día.
Si bien el
niño en edad escolar puede comer de todo para crecer saludable necesita una
adecuada proporción de proteínas, hidratos de carbono, lípidos, micronutrientes
(hierro, calcio, vitaminas) y minerales que se encuentran en la variedad de
alimentos que nos ofrece el mercado: carnes rojas, pollo y pescado, verduras,
frutas y lácteos con sus derivados.
Es cierto que
los niños tienen sus gustos personales por eso las mamás inteligentemente
deben "disfrazar" aquellos alimentos que no gustan demasiado.
En general,
las verduras no son muy populares; entonces hagamos bocadillos, tortillas,
canelones, budines, etc.
Si las frutas
son las que producen antipatías de muchos pequeños, es mejor hacer helados,
jugos, flanes, ensaladas o postrecitos. Lo mismo con las carnes (en milanesas,
empanadas, guiso, etc.).
Por supuesto
que lo mejor es educar el paladar desde que dejan el biberón.
Y es en este
punto cuando interviene el ejemplo del que hablábamos unas líneas más arriba.
Un padre no
puede hacer comer verduras o carne a sus hijos si él mismo reniega de ellas.
Igualmente,
es difícil que los chicos se acostumbren a comer fruta cuando los adultos
ni siquiera ponen la frutera en la mesa.
Casos y Casos...
Hay pequeños
que llegan a la consulta con un peso adecuado y sin embargo están desnutridos,
son los llamados "farináceos", ya que en una alimentación el principal
ingrediente son las harinas (pastas, pan, etc.).
Otros tienen
sobrepeso y en algunos casos hay incipientes anorexias. Si se descartan los
problemas físicos por lo general se habla entonces de "enfermedad de
la familia" y se comienza por conocer el régimen de vida de los pequeños,
mediante un calendario alimentario donde el mismo niño anota lo que hace y
lo que come durante un día o una semana.
Muchas veces
son solamente problemas de hábitos, fácilmente subsanables con la colaboración
familiar.
Cuando una
madre nota algún problema en la alimentación se recomienda primero y de modo
indispensable visitar al pediatra.
La observación
por parte de la mamá de la conducta social de su hijo y el estímulo para realizar
actividades variadas, poniendo horarios para ver televisión (sin negarla).
Tratar de cambiar
los hábitos alimentarios con el ofrecimiento (tener al alcance de la mano)
de jugos de frutas, frutas frescas, licuados, sandwiches apetecibles, postres
caseros, etc.
La idea es
que las golosinas, como las bebidas colas, deben ser premio y fiesta, como
lo eran cuando los papis eran chicos.
Nadie afirma
que deban suprimirse, sino que hay darles el lugar adecuado. Igualmente, es
preciso que los chicos no consuman productos dietéticos en forma regular sin
prescripción médica.
¿Y el desayuno?
Este es un
problema para la mayoría de las madres. Ya sea que el niño vaya al colegio
de mañana o de tarde.
En el primer caso, por lo general nadie tiene "hambre" cuando lo
despiertan con los minutos contados.
Por lo tanto el niño sólo bebe una taza de café con leche, en el mejor de
los casos y a otra cosa.
Si el colegio es por la tarde, el tema es que se suelen mezclar o juntar demasiado
el desayuno con el almuerzo.
Aquí intervienen varias cuestiones. En el primer caso, es importante que se
despierte al escolar con la suficiente anticipación como para que pueda "DESPABILARSE"
y desayunar bien. Pero además hay que hacer del desayuno un rito donde mamá
y/o papá compartan las tostadas una charla y las noticias de la radio.
La mesa puesta con todo (manteca, queso, mermelada, tostadas, jugos, yogur,
etc.) tienta y poco a poco va constituyéndose en un hábito.
El desayuno es una importante comida ya que el organismo ha estado por lo
menos unas nueve horas sin alimento.
Hay que tener en cuenta que en realidad no es un gran sacrificio, aunque la
mamá deba ir a trabajar, ya que el café con leche y las tostadas , nuestro
clásico desayuno argentino, solo lleva unos pocos minutos y en todo caso,
la ocasión también será gratificante para toda la familia que por lo general
no suele almorzar junta.
En el caso de los que van a la escuela por la tarde hay dos caminos:
Despertarlos
temprano para que desayunen bien y haya un adecuado paréntesis hasta el almuerzo,
o hacer un "brunch" al estilo norteamericano.
Pero si el
niño está tenso antes de ir al colegio, el desayuno copioso no sirve, por
lo que será que solamente beba su leche y se lleve para la media mañana un
tentempié sustancioso (emparedados de jamón, queso y tomate, una mini tarta,
unas frutas etc.) y luego a la vuelta de la escuela reciba una buena comida
o una variada merienda.
Lo importante
en todos los casos es hablar con él, saber que le gustaría comer, que quiere
llevar, darle una lista y de ella que señale lo que más le guste.
El niño es
una persona que va aprendiendo, pero que tiene su propia personalidad.
Las comidas principales
El programa
alimentario clásico de los argentinos estaba hasta hace unos años compuesto
por desayuno, almuerzo, merienda y cena.
Pero esto fue
cambiando por dos motivos: uno del orden científico, que asegura que es más
saludable comer menos pero más seguido (unas seis veces diarias); y otro,
de mayor peso, que es que la vida ciudadana tan agitada que obliga a abandonar
costumbres heredadas.
En muchas casas
la pausa del almuerzo está descartada y por lo tanto la comunicación se ha
deteriorado. Por eso es necesario rescatar esos dos momentos en los que la
familia incluyendo a los chicos puedan estar juntos (desayuno y cena).
Recordemos
que esos momentos no son sólo para alimentar sino también para educar.
CONSEJOS PRÁCTICOS Y RECETAS
Como los niños
deben comer frutas y jugos, una buena sugerencia es hacerlas ensaladas de
frutas con jugos de naranjas y/o mandarinas.
Eso sí recuerde
que los jugos deben exprimirse en el momento de utilizarlos, para que no pierdan
sus cualidades.
Para presentar como postre "fruta disfrazada", hacer helados con yogur o crema usando el envase de yogur como recipiente (para los niños más pequeños).
Hamburguesas
caseras, con carne picada
fina, queso rallado, sal, cebollitas y ajo todo picado y salteado brevemente
o blanqueado con agua hirviendo, huevo y pan rallado. Hacer una masa y formar
las hamburguesas finas. Dejar descansar en la heladera separadas por papel
manteca. Se pueden servir en sandwiches o al plato.
Con la misma preparación, reemplazar las carnes rojas con pescado o pollo.
Buñuelos
de frutas: con pasta de
buñuelos azucarada y rodajas de manzana y banana.
Hacerlos fritos y espolvoreados con azúcar o almíbar o miel. También puede
utilizarse otras frutas, como duraznos, ciruelas o cerezas.
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